viernes, 18 de noviembre de 2011

Un reloj de tiempo y de plata

Nadie hubiese imaginado aquello. Ni el capricho de los dioses ni el irrompible destino. Pero en la mente de alguien estaba calculado; al detalle. Sólo que no se creía posible.
Y aún menos con esos resultados.

James escondía un reloj de plata dentro de una caja, dentro de un baúl cerrado con llave y envuelto en candado, dentro de una habitación con paredes blancas, dentro de un mundo, dentro de su imaginación, dentro de su corazón.
Y en esa caja, protegida por soldados de papel y Náyades de cristal, rodeada de un mar escondido en un tornado eterno, se escondía al lado del reloj el tesoro más preciado para él. Tan preciado que no lo había visto ni él. Decidió guardarlo en secreto hasta el momento en que alguien quebrantase todo el paraíso infernal que lo rodeaba y derrumbase las barreras y, entonces, él sería conocedor del tesoro que había estado albergando durante tanto tiempo.

Quizás no sería nada de valor, quizás sería inservible. Pero James lo querría y se lo quedaría.

Cuando cuidas algo con tanto mimo al final le coges cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.