jueves, 17 de noviembre de 2011

Si me encuentras esperando, llámame.

Sabemos que yo tengo más memoria para cosas emocionales, que presto atención al mínimo latido, que me acuesto tarde y sueño despierta. Que el tiempo me calma aún no lo sé, que de todo se aprende. Elaboro teorías sobre la curiosidad y me duermo en los ojos de la gente, rodeada de preguntas y respuestas desconocidas pero pensadas.

-Tengo una teoría. -La voz salia de ella enredándose por el aire, como si jugase entre mis respiraciones a esconderse de mis pensamientos. No lograba entenderla. Esa mirada coqueta e infantil, que disfrutaba con cada segundo de su vida pero que escondía un mundo entero; quién sabe si con vida no hacía más que enredarme en mis propios problemas. -La humanidad creció a causa de la curiosidad, hicieron cosas y aprendieron porque querían saberlas. La curiosidad aviva a los sentimientos. Si no te doy lo que quieres ahora, pero te muestro un poco de camino y te gusta, seguramente volverás a mi para curiosear un poco más. Y lo más probable es que yo esté esperando. -Prosiguió con la teoría. Quizás si en aquel momento hubiera sabido el desenlace no la hubiese escuchado. Pero los finales son más emotivos si no los esperas.

En realidad, ¿qué era lo que pretendía diciendo eso? No quería nada más, en ese momento el mundo me parecía suficiente. Pero quizás su mundo estaba empezando a florecer.

Ella no sabría que encontraría, ¿una flor con espinas y veneno o una flor acomodada y gentil?
Fuera lo que fuera la semilla había germinado al fin.

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